El pirata tomó vino.
Mareado entre dos mares
no sabía el camino.
Resbalando con un limón
se estrelló contra el timón.
Sin el parche en el ojo izquierdo
robado por un gorrión
mal herido y morado,
buscaba el bastón dorado.
Y así poder levantarse
como un pirata educado.
Miraba a las golondrinas.
Pedía un hada madrina,
para implorarle un deseo:
tres mandarinas, tres mandarinas.
La sed de esa mañana,
le jugó una mala pasada.
Sólo vino y las olas
provocó la gran mareada.
Mandarinas pedía a gritos
aunque sea a los pajaritos,
pero nadie acudía
ni siquiera con un gajito.
Este loco bucanero
decía: mandarinas o agua quiero.
Mas ni el hada ni la lluvia
le mandaban aguacero.
Solo le quedó el limón
que jugo dio al ladrón,
chiquitito y aplastado
parecía un botón.
Y aunque un poco delirante
prometió muy elegante
nunca más tomar alcohol.
Aunque sea denigrante:
“tomaré solo limón”.